
Después de un minucioso examen no dan con nada raro en el interior de las calabazas, así que nos le queda otra que dejarlo ir.
Al poco tiempo Teddy empezó a pasar más seguido, irritando a la policía que ya estaba cansado de pararlo y no encontrarle nada.
Hasta que un buen día el comisionado Emilio Ness, cansado de las burlas del pequeño lo sigue y descubre un gran galpón repleto de carretillas, y una montaña de calabazas podridas contra una pared de la misma.
Después de esto a Ruspin le tocó el ocho y Emilio declaró “la verdad que nunca íbamos a pensar que el pendejo andaba en el trafico de carretillas, por un momento pensé que traficaba dulce de zapallo”
Ampliaremooooooooooooooooooosssss!!!
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