
El oficial que montaba el equino, sin la menor intención de desobedecer a López, y mucho menos de comunicarle que el animal no saltaba ni un charquito, arremete a toda marcha contra “el loco” e intenta una suerte de salto que termina en tragedia.
Hoy López recuerda lo sucedido y nos dice “la verdad que en esa época era joven y retador del peligro, y gracias a Dios la saqué barata… solo me capó los dos huevos de cuajo, pero el amigo todavía sirve, y con dos pelotitas de golf en los calzoncillos la zafo bastante bien y le da un toque de color a la cosa”
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