
Foto comentada por Miguelito (el menor y más dotado de los hermanos)
En una época en la que la música era todo lo bueno de este mundo, conocimos al virtuoso del violín Enriko Fleming conocido por todos como “el negro puteador” (por su muy mal carácter).
Recuerdo que Wilson lo vio y dijo: “la re puta madre!!!... como toca el negrito y que bien le sientan los dientes”, a lo que yo acote: “si es verdad, y como te penetra con la mirada”. Después de escuchar su concierto, lo invitamos a tomar un café, a lo que Enriko aceptó muy complacido, y entre café y café salió lo de formar “El Trío Fleming”, ya que el negro de ninguna manera estaba de acuerdo con llamarlo “El Trío Pedrasa” y muy firme dijo: “miren pedazos de pelotudos, acá el virtuoso soy yo, así que Fleming o nada”.
Y así comenzó el trío, lo que el negro Fleming ignoraba, y nos tenía preocupados, era que tanto Wilson con yo no sabíamos tocar ningún instrumento, pero Enriko muy decidido sentenció: “el sábado largamos la gira en el teatro Colón, y ya que estamos en el baile seguimos con un Coliseo en Roma y después… dios sabe donde nos conducirá la fama… así que hoy mismo llamo a mi amigo Machado Cicala para las fotos”. Pobre negro, no pudimos decirle la verdad, estaba tan entusiasmado que se nos partió el alma, así que el sábado siguiente estábamos los tres en el Colón a teatro lleno, y de punta en blanco.
Se abrió el telón y el negro pelo un solo que estremeció la tierra, la gente aplaudía de parada y vociferaba: “que entren los Pedrasas”, así que el negro finalizó su solo, se hizo un silencio, las luces nos iluminaron, yo no podía moverme y estaba literalmente todo cagado, pero Wilson, a la primera tos del publico, saltó y se despacho un solo de violín con la boca, algo así como un “guiguiguin guiguiguin”, el negro al ver esto se puso como loco, salio corriendo, me arrebato el contrabajo de la mano y se lo partió a Wilson el la mitad de la frente al grito de: “mira pendejo… mejor que salves las papas”, y me di cuenta que estaba muerto.
La escena estaba más o menos así, el negro con los ojo inyectados en sangre, Wilson había quedado en cuatro, medio drogado por el golpe, así que yo hice lo único que me salía bien, me acerqué caminando hasta donde estaba Wilson, me arrodille detrás de el, y dije a toda voz: “Ups, perdón… pensé que estaba abierto”. Gracias a Dios y a la virgen, la gente comenzó a reír a carcajadas.
El Negro, la verdad, no quedo muy conforme, pero desde ese día y por dos años fuimos “El Trío Humorístico Flemig”, y yo gasté mi gag por todo el mundo.
Saludos a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario