
Un día hablando con su mujer, y muy preocupado por la situación, se le ocurrió la no muy original idea de que su mujer se entregara abiertamente durante un tiempo para poder comprar comida, mientras el buscaba trabajo.
Afortunadamente o desafortunadamente (la verdad no se como llamarlo) a su mujer le encantó la profesión y, por otra parte hacia muy buen dinero, con su famoso invento “el beso negro”. Así fue como a “chiquito” se le prendió nuevamente la lamparita y con las ganancias de su mujer abrió en las cierras de Córdoba (de donde era oriundo) el primer “burdel familiar”, el cual era regentado por su esposa, que ya había ganado vasta experiencia en el tema, y atendido por las hijas, las cuales ya eran ligeras de bombachas desde antes.
Hoy Emilio es un gran empresario o “fiolo familiar”, como le gusta que lo llamen, y aclara “a las chicas nunca les falto nada... eso si, se tuvieron que romper bien el orto para mantenerme”.
aclaración: así y todo es un padre amoroso, como lo demuestra la fotografía.
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