León –Beatriz?... no lo puedo creer, viniste.Señora –Si, Santiago… al final vine… por mucho tiempo me sentí muy mal y enojada por lo que hiciste pero tenía que verte, ya que te sigo amando y sos el padre de mis hijos
León –No sabes como te extrañé, estos meses que pasé encerrado sin verte a vos ni a los pibes fueron un infierno.
Señora –Bueno Santiago, no te creas que nosotros la pasamos bien, los chicos te extrañan y no podemos casi salir de casa sin sentirnos observados o sin escuchar a lo lejos frases como “esa es la mujer del asesino”…
León –Me imagino… y la verdad que fui un tonto, pero yo que iba a saber que acá es un crimen… vos sabes muy bien que en África no te pasa nada si matas un negrito para comértelo…
Señora –La verdad que no se que hacer… te amo, pero creo que somos muy diferentes… vos tomas como normal matar negritos para luego comértelos, y yo no mato ni a una mosca…
León –Si, lo se… pero yo puedo cambiar… vas a ver, cuando salga te prometo que seré un hombre nuevo, buscaré un empleo, no volveré a matar, no tomaré más, y no volveré a levantarte la mano ni a vos, ni a los pibes.
Señora –Oh Santiago… en verdad lo dices?
León –Si gordita… este tiempo sin ustedes me abrió los ojos… y soy capaz de hacer cualquier cosa para que me perdonen y no perderlos.
Señora –Te amo Santiago!
León –Yo también gorda mimosa.
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